Elecciones en Colombia: Entre sombras y luces.

Premio Defensores

Sombras para el futuro:

Aunque el presidente electo debe hablar ahora de forma mesurada para todo el país y no solo para sus seguidores, y pese a sus anuncios en favor del diálogo y mensajes más moderados, hay razones para mirar con preocupación el futuro:

– El nuevo gobierno insiste en que es necesario corregir los acuerdos de paz. ¿Qué tanto y en qué temas quieren el presidente electo y quienes promovieron su candidatura hacer arreglos a los acuerdos? No hay ahora alusiones a hacer trizas los acuerdos pero una vez elegido, Duque bloqueó en el Congreso la aprobación de la ley reglamentaria de la Justicia Especial para la Paz. Es una muestra de lo que se avecina.

– La mesa de diálogo de La Habana, entre el ELN y el gobierno, quedará condicionada a un esquema de rendición de esta guerrilla, algo que no se corresponde con la situación militar del conflicto armado. En este sentido puede darse un regreso a la confrontación sin mediación de la política para una solución negociada.

–  Es previsible una sobre carga de impuestos en las clases populares y medias, mientras se disminuyen los impuestos de los sectores empresariales. El país seguirá siendo considerado como una geografía abierta al extractivismo minero, por encima de los derechos ambientales y la vocación productiva de los territorios y sus habitantes.

– La protesta social podría ser duramente castigada, en una visión que identifica la movilización social como terrorismo.

– Las modificaciones al sistema político y a las instituciones  podrían profundizar la concentración del poder (una sola corte del nivel superior, corte hecha a la medida del gobierno) y la impunidad en violaciones de derechos humanos con medidas de beneficios de justicia para militares y políticos, por fuera de la JEP.

– No tendrán buen recibo las agendas de derechos de las mujeres y de las personas LGBTI.

– Es previsible el retorno a políticas represivas frente a los cultivos de uso ilícito, que desplazarán la concertación y agudizarán los conflictos sociales.

Algunas luces en el camino:

Aunque en general comparto los análisis menos optimistas hay algunas luces en el futuro que nos aguarda:

– Hay una firme voluntad de paz, entre los reincorporados ex combatientes de las FARC.  De hecho sus dirigentes han expresado su interés de dialogar con el presidente electo.

– Millones de ciudadanos, comprobados en los 8 millones que votaron por Petro, y los que votaron por Fajardo y De la Calle,  van a estar atentos a no permitir que los acuerdos de paz se destruyan o se modifiquen en lo substancial.

– La consulta popular anti corrupción de Agosto próximo podría ayudar a contener la voracidad de la clase política, caracterizada por la corrupción, con valiosas excepciones.

– Una confluencia de sectores democráticos (partidos políticos de centro y de izquierda, articulados a movimientos sociales y ciudadanos), podría ser un contrapeso a las regresiones en materia de derechos y a las propuestas contra la paz que se ven en el horizonte, dada la combinación de gobierno y mayorías de derecha en el Congreso.

– La comunidad internacional seguirá acompañando y exhortando a Colombia para que la construcción de paz sea una prioridad del Estado y la sociedad civil.

A modo de conclusión: desconocer que el triunfo de la derecha representa un riesgo para el futuro de Colombia constituye una grave ingenuidad política. La agenda ganadora no está en principio a favor de la paz y los derechos de la gente y podría profundizar los conflictos. Pero es igualmente equivocado no ver luces en el contexto, que son el resultado de las acciones colectivas de la ciudadanía. Sin un optimismo desbordado sobre las posibilidades de la oposición es claro que hay un inmenso movimiento social que sabe que la lucha pacífica por la paz apenas comienza y que por ninguna razón renunciará al derecho que tenemos de vivir libres de la violencia, la exclusión y el autoritarismo.

Escrito por César Grajales, director nacional programa Colombia.